La obra invisible
Lo que hacemos sin mostrar, también nos transforma.
La energía de este lunes es de pregunta profunda y recurrente:
¿y si mostrar no fuera necesario?
Obra no es lo que se ve, es lo que transforma.
El otro día encontré una imagen que había olvidado. Estaba en una carpeta sin nombre, con otras que quedaron sin editar. Pero cada tanto vuelvo a revisar, porque suele suceder que me pase esto de encontrar “tesoros”. La imagen no era especial ni nada pero tenía algo ahí. Algo que me detuvo.
No la elegí en su momento tal vez porque no me convencía, pero sobretodo porque era mía. Y en ese momento, necesitaba que siguiera siéndolo.
Ahora que volví a compartir imágenes y textos, lo hago con una conciencia distinta. Ahora entiendo mejor lo que todavìa no quiero mostrar, lo que quiero guardar como semilla, como altar, como parte de un proceso que no necesita exponerse para ser real.
La fotografía tiene eso:
una puede hacerla sin necesidad de explicar.
Registrar sin necesidad de publicar.
Guardar los resultados sin traicionarse.
Y sin embargo, la imagen guardada, esa que no seleccioné,
es tal vez una de mis obras más honestas.
A veces creemos que “obra” es lo que se edita, se elabora, se cuelga, se imprime, se exhibe.
Pero no.
Para mi Obra es lo que entretejo, lo que a la distancia le voy viendo más sentido, lo que me acompaña en la intimidad. Lo que de repente se vuelve espejo. Lo que me y se transforma, aunque nadie lo vea.
En los espacios que acompaño, muchas veces aparece esta pregunta:
¿lo que hago espontáneamente, sin pensar, solo desde el sentimiento, también es obra?
Y para mí, sí. Sobretodo en arteterapia donde creamos idealmente sin pensar mucho, dejando que la obra se exprese, nos hable, nos traiga cosas que tal vez no estamos viendo ni siendo conscientes.
Si lo que hacemos en lo cotidiano, en los ratos libres, sin saber muy bien el fin, nos sostiene, acompaña y habla (aunque a priori no lo entendamos super bien) entonces sí: para mí, eso es obra.
Aunque esté en proceso.
Aunque esté desenfocada, mal encuadrada.
Aunque nadie la vea.
Porque, para mi, la obra se produce sin necesariamente mostrar. Porque muchas veces se va haciendo incluso sin entenderlo ni verlo una misma. Lo que sí, siento que hacer obra es registrar(se) con intención. Habitar la mirada. Dejar -consciente o inconscientemente- una huella, propia, imperfectamente perfecta.
Hoy te propongo esto:
Andá a tu archivo y buscá una imagen que no mostraste nunca.
No para compartirla -salvo que te den ganas luego- sino para verla con otros ojos y preguntarte:
¿qué dice esta imagen de vos?
¿por qué la guardaste?
¿qué parte tuya aparece cuando no pensas en registrar y no en crear para compartir?
Esto también es hacer obra.
Incluso —y especialmente— cuando nadie la ve.
Y vos, ¿con qué fotografía te sorprendiste?
Abrazo,
Lucía Cruda
¿Estás comenzando tu camino fotográfico? Descargá el recurso gratuito.
Esto no es una guía técnica. Es un primer paso hacia tu obra personal
↓