Muy hermosas palabras, estuve pensando en ellas. Tu exposición me hizo acordar algo que comprendí y valoricé hace muchos años. El poder de las imágenes. Lo que tu describes respecto a ellas, creo que es algo absolutamente real. Se puede apreciar por ejemplo, cuando uno estudia los métodos de lectura veloz que te enseñan a representar en imágenes lo que lees. En la Taberna de Emilio Zola, por ejemplo, hay una escena en la cual se habla de una reunión de familiares y de amigos, con muchos concurrentes. La descripción de esa cena es muy extensa porque se habla de las vestimentas de los comensales, así como de sus posturas y gestos, de los objetos que están sobre la mesa y de otros decorativos. No recuerdo exactamente cuántos párrafos o páginas le dedicó el autor a ese episodio de la novela pero sí que alguien que observara una fotografía de ese encuentro, captaría una gran cantidad de circunstancias y señales que sería muy difícil reflejar fielmente, aún en un extenso relato. Esto no es mágico pero lo parece porque pone en evidencia que el poder de la mente es enorme, puede captar un universo con solo una mirada. Mediante la fotografía, esto se puede llevar a la máxima expresión, me parece, porque se puede enriquecer agregando un toque artístico o el condimento emocional que puede potenciar y sublimar a la imagen. Esto significa, en síntesis, que un buen artista de la fotografía puede transmitir un mundo en una sola toma. Esta posibilidad tiene un doble efecto, el goce o la conmoción del observador por la conexión de la vista con experiencias entrañables o fuertes y la incorporación directa de datos que impactan en la psique haciendo en todos los casos que se vivan intensamente esos breves momentos. Estas bondades del arte fotográfico lo hacen inapreciable porque permiten que se pueda elevar a la máxima expresión, lo que hace evidente, además, su relevancia psicológica y emocional. Entre otras cosas, nos hace vivir profunda e intensamente en cada contemplación y bien usada, es una valiosa fuente de felicidad. Muy bueno lo tuyo, Lucía Cruda, muy reconfortante. Ricardo.
Muy hermosas palabras, estuve pensando en ellas. Tu exposición me hizo acordar algo que comprendí y valoricé hace muchos años. El poder de las imágenes. Lo que tu describes respecto a ellas, creo que es algo absolutamente real. Se puede apreciar por ejemplo, cuando uno estudia los métodos de lectura veloz que te enseñan a representar en imágenes lo que lees. En la Taberna de Emilio Zola, por ejemplo, hay una escena en la cual se habla de una reunión de familiares y de amigos, con muchos concurrentes. La descripción de esa cena es muy extensa porque se habla de las vestimentas de los comensales, así como de sus posturas y gestos, de los objetos que están sobre la mesa y de otros decorativos. No recuerdo exactamente cuántos párrafos o páginas le dedicó el autor a ese episodio de la novela pero sí que alguien que observara una fotografía de ese encuentro, captaría una gran cantidad de circunstancias y señales que sería muy difícil reflejar fielmente, aún en un extenso relato. Esto no es mágico pero lo parece porque pone en evidencia que el poder de la mente es enorme, puede captar un universo con solo una mirada. Mediante la fotografía, esto se puede llevar a la máxima expresión, me parece, porque se puede enriquecer agregando un toque artístico o el condimento emocional que puede potenciar y sublimar a la imagen. Esto significa, en síntesis, que un buen artista de la fotografía puede transmitir un mundo en una sola toma. Esta posibilidad tiene un doble efecto, el goce o la conmoción del observador por la conexión de la vista con experiencias entrañables o fuertes y la incorporación directa de datos que impactan en la psique haciendo en todos los casos que se vivan intensamente esos breves momentos. Estas bondades del arte fotográfico lo hacen inapreciable porque permiten que se pueda elevar a la máxima expresión, lo que hace evidente, además, su relevancia psicológica y emocional. Entre otras cosas, nos hace vivir profunda e intensamente en cada contemplación y bien usada, es una valiosa fuente de felicidad. Muy bueno lo tuyo, Lucía Cruda, muy reconfortante. Ricardo.